http://dx.doi.org/10.24016/2022.v8.237
ARTÍCULO DE REVISIÓN
Contemporaneous Emotion Regulation Theoretical Models:
A Systematic Review
Modelos Teóricos Contemporáneos de
Regulación Emocional: Una Revisión Sistemática
Camila Florencia Cremades1*, Cristian
Javier Garay1, Martín Juan
Etchevers1, Roberto Muiños1, Graciela Mónica Peker1,
Juan Martín Gómez-Penedo1,2
1 Universidad de
Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina.
2 Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina.
* Correspondencia: camilacremades@gmail.com.
Recibido: 25 de agosto de 2021 | Revisado: 25 de noviembre de 2022 | Aceptado: 22 de marzo de 2022 | Publicado
Online: 23 de marzo de 2022.
CITARLO COMO:
Cremades, C., Garay, C., Etchevers, M., Muiños, R., Peker, G., &
Gómez-Penedo, J. (2022). Contemporaneous
Emotion Regulation Theoretical Models: A Systematic Review. Interacciones, 8, e237. http://dx.doi.org/10.24016/2022.v8.237
ABSTRACT
Background: Emotions and their regulation are a phenomenon present
in everyday life. Despite its relevance and growing interest, a consensual and
univocal definition has not yet been reached. Objective:
This paper aims to review contemporary theoretical models of emotion
regulation, looking for agreements and divergences between authors. It seeks to
identify the main processes considered when working with emotional
dysregulation. Method: Our team conducted a
systematic review in the form of a narrative synthesis following the guidelines
of the PRISMA statement. The database used were SCOPUS, PUBMED, and Dialnet. We included articles published between 2018 and
2020, which have been peer-reviewed in indexed scientific journals, whose
central theme was the theoretical presentation of the construct of emotional
regulation. We excluded articles that conceptualized only one dimension of the
construct focused on specific populations and empirical studies without a
theoretical conceptualization of the construct. The information was
systematized in a table identifying authors' information, country of institutional
affiliation, main characteristics of the given definition of emotion
regulation, regulation skills mentioned, and underlying theoretical frameworks.
Results: We identified ten different theoretical
frameworks that propose models of emotion regulation. The main components found
in the definition were the complexity of the construct, goal orientation,
intra- or interpersonal regulation, the proposal of moderators, and its
voluntary character. Discussion: There is a consensus on
the use of emotion regulation strategies to adapt to environmental demands,
achieve goals and increase well-being. We identify that people's learning
history is an important factor in the development of emotional regulation
skills. In addition, context and personality traits are proposed as moderators
of the therapeutic efficacy of interventions focused on emotional regulation.
Further studies along these lines would favor the implementation of preventive
interventions and the personalization of treatments.
Keywords: Emotional Regulation; Mental
Processes; Theoretical Models; Systematic Review; Clinical Psychology.
RESUMEN
Antecedentes: Las emociones y su regulación son un fenómeno
presente en la vida cotidiana. A pesar de su relevancia y creciente interés,
aún no se ha alcanzado una definición consensuada y unívoca. Objetivo: El presente trabajo pretende revisar los modelos
teóricos de regulación emocional contemporáneos buscando acuerdos y
divergencias entre autores. Se busca identificar los principales procesos
tomados en cuenta para el trabajo con la desregulación emocional. Método: Nuestro
equipo realizó una revisión sistemática en forma de síntesis narrativa
siguiendo las directrices de PRISMA. Las bases de datos utilizadas fueron
SCOPUS, PUBMED y Dialnet. Se incluyeron artículos publicados entre 2018 y 2020,
que han sido revisados por pares en revistas científicas indexadas, cuyo tema
central fuera la presentación teórica del constructo de regulación emocional. Se excluyeron artículos que conceptualizaban
una sola dimensión del constructo, se enfocaban en poblaciones específicas y
estudios empíricos sin una conceptualización teórica del constructo. La
información fue sistematizada en una tabla identificando información de los
autores, país de afiliación institucional, características principales de la
definición dada de regulación emocional, habilidades de regulación mencionadas
y marco teórico de base. Resultados: Se identificaron diez marcos teóricos diferentes que proponen modelos de
regulación de las emociones. Los principales componentes encontrados en las
definiciones fueron la complejidad del constructo, la orientación a metas, la
regulación intra o interpersonal, la propuesta de moderadores y su carácter
voluntario. Discusión: Existe un consenso sobre el uso de estrategias de regulación de las
emociones para adaptarse a las demandas del entorno, alcanzar metas y aumentar
el bienestar. Identificamos que la historia de aprendizaje de las personas es
un factor importante en el desarrollo de las habilidades de regulación
emocional. Además, el contexto y los rasgos de personalidad son propuestos como
moderadores de la eficacia terapéutica de las intervenciones centradas en la
regulación emocional. Más estudios en esta línea favorecerían la implementación
de intervenciones preventivas y la personalización de los tratamientos.
Palabras clave: Emociones; Procesos Mentales;
Modelos Teóricos; Revisión Sistemática; Psicología Clínica.
INTRODUCCIÓN
En la
actualidad se están desarrollando dos grandes líneas teóricas en relación a la
definición de emociones. Por un lado, una línea que toma a las emociones como
fenómenos naturales (Colombetti, 2009; Ekman, 1984; Izard, 1977; Tracy y Randles,
2011), y por el otro una que conceptualiza a las emociones como el resultado conciente de un proceso de categorización (Barrett, 2006a,b; Fehr y Russell, 1984;
James, 1884; Russell, 2009). La primera, considera la existencia de un grupo de
emociones básicas, innatas, universales y compartidas con otros animales.
También defiende la existencia de circuitos cerebrales propios de cada emoción
que permitirían diferenciarlas y clasificarlas. Por otro lado, la segunda línea
de pensamiento conceptualiza un afecto nuclear (combinación de variables
fisiológicas, ambientales y conductuales), la capacidad del ser humano de
aprender categorías y a la emoción como una etiqueta categorial dada a los estados
internos al asemejarse a una categoría aprendida. En dicha postura se sostiene
que las experiencias emocionales presentan variaciones culturales y que no es
posible medir objetivamente el surgimiento de una emoción específica.
Pese a la
falta de una definición consensuada sobre qué son las emociones, existe cierto
acuerdo en que son reacciones involuntarias que se disparan frente a estímulos
emocionalmente relevantes, tienen corta duración y traen aparejado un impulso
de acción (LeDoux, 2012). Los seres humanos no
podemos elegir cuándo tener una emoción, pero sí podemos implementar diferentes
estrategias de regulación para convertir las emociones en información valiosa y
ser capaces de dirigir nuestra conducta hacia metas deseables (Papa y Epstein, 2018).
Tradicionalmente,
la regulación emocional ha sido definida como el proceso por el cual los
individuos influencian qué emociones tienen, cuándo las tienen, y cómo las
experimentan y expresan (Gross, 1998). La misma ha sido asociada de modo
teórico y empírico a una variedad de conductas desadaptativas como las
autolesiones, abuso de sustancias y conductas delictivas (Garofalo et al.,
2020; Linehan, 1993). A su vez, la desregulación emocional ha sido identificada
como un proceso subyacente implicado en el surgimiento y mantenimiento de
muchos trastornos mentales (Kring y Werner, 2004;
Lukas et al., 2018; Sauer-Zavala et al., 2017) y especialmente de los
denominados trastornos emocionales (Campbell-Sills y
Barlow, 2007). Los trastornos emocionales han sido identificados como los más
prevalentes en diversas culturas (Cía et al., 2018;
Kessler, 2003; Lamers et al., 2011).
Debido al
rol preponderante que las dificultades en la modulación de las emociones tienen
en los trastornos emocionales, se han diseñado diferentes estrategias de
intervención para pacientes con dicho diagnóstico, poniendo el foco en proveer
a los consultantes de estrategias de regulación emocional (Barlow et al., 2011;
Kristjánsdóttir et al., 2015; Linehan,
1993).
A su vez,
por la importancia que tiene evaluar la regulación emocional y su evolución a
la largo del tiempo, se han desarrollado un gran número de instrumentos
psicométricos destinados a medir dicho constructo (ej. Catanzaro y Mearns,
1990; Garnefski et al., 2001; Gratz
y Roemer, 2004; Gross y John, 2003; Hofmann et al.,
2016; Newhill et al., 2004; Niven
et al., 2011; Preece et al., 2018). Esta variedad de
instrumentos muestra una alta heterogeneidad en los distintos aspectos que se
consideran centrales en el fenómeno de la regulación emocional. Mientras que
algunos instrumentos se focalizan en medir dimensiones cognitivas de la
regulación emocional, otros se circunscriben a dimensiones conductuales. De la
misma forma, algunos instrumentos se enfocan en la regulación intrapersonal, mientras
que otros también incluyen los aspectos interpersonales. Esta variabilidad en
las dimensiones incluidas en las diferentes escalas diseñadas para medir la
regulación emocional da cuenta de la complejidad del constructo, no sólo en las
estrategias de su operacionalización sino también a nivel de su
conceptualización: cada instrumento resalta o invisibiliza elementos diferentes
de la regulación emocional en cuanto a la comprensión teórica del constructo.
Siendo la
regulación emocional un proceso de suma importancia, tanto para la
psicopatología como para el abordaje de procesos patológicos, es necesario
contar con una definición operativa del proceso de regulación de las emociones
que permita abordar su estudio de un modo adecuado. Por tales motivos el presente
trabajo tiene el objetivo de revisar de manera sistemática los modelos de
regulación emocional contemporáneos, es decir, presentes en la literatura de
los últimos tres años, buscando comunalidades y divergencias en las distintas
conceptualizaciones que han presentado diversos investigadores de esta noción.
MÉTODO
Diseño y
registro del protocolo
Para
alcanzar el objetivo planteado, se realizó una revisión sistemática bajo la
modalidad de síntesis narrativa (Popay et al., 2006)
de la literatura científica siguiendo los lineamientos de la declaración PRISMA
publicada en el año 2009 (Moher et al., 2009). La
misma consiste en una lista de 27 ítems y un diagrama de flujo de cuatro fases
a considerar para garantizar la transparencia y un reporte claro de los datos
considerados para revisiones sistemáticas. El protocolo de nuestro estudio no
fue publicado previamente en algún repositorio.
Estrategia
de búsqueda
Los
estudios fueron identificados en una búsqueda en bases de datos electrónicas:
SCOPUS, PUBMED y Dialnet. La misma fue realizada el día 10 de agosto del 2020. La
estrategia de búsqueda en español fue: “Regulación Emocional OR Regulación
Afectiva OR Desregulación Emocional OR Desregulación Afectiva AND Modelos OR
Concepto OR Definición”. La estrategia de búsqueda en inglés fue:
“Emotion Regulation OR Mood Regulation OR Emotion Dysregulation OR Mood
Dysregulation AND Models OR Concepts OR Definitions”.
Criterios
de elegibilidad
Considerando
que no se busca realizar una reseña histórica del constructo de regulación
emocional, sino explorar la definición teórica que se está usando actualmente,
se decidió incluir los artículos publicados en los últimos tres años. Para la
selección de documentos se tuvieron en cuenta como criterios de inclusión: (a)
artículos publicados entre los años 2018 y 2020, contemplando un rango de tres
años; (b) artículos publicados en revistas científicas indexadas que pasen por
un proceso de revisión por pares; (c) artículos de acceso libre y restringido;
(d) artículos cuyo tema central fuera la presentación teórica del constructo de
regulación emocional. Fueron excluidos los artículos que: (a) conceptualizaban
una dimensión de la regulación emocional, dejando de lado al constructo global;
(b) se enfocaban en las estrategias de regulación emocional implementadas por
poblaciones específicas; (c) consistían en estudios empíricos que carecían de
conceptualizaciones teóricas del constructo. No se impusieron restricciones de
idioma.
Proceso de
selección y recogida de datos
Los
artículos fueron revisados de manera manual e independiente por la primera
autora. Una vez identificados los artículos a incluir, se creó una tabla ad-hoc
en la que se extrajo la información referente a los autores, el país de la
institución de afiliación, las características principales de la definición
dada de regulación emocional, las habilidades de regulación que se incluían
como parte del constructo y el marco teórico desde
donde planteaban partir los autores.
Síntesis y
análisis de la información
A partir
de la tabla creada se identificaron los conceptos y constructos incluidos en
las conceptualizaciones de los modelos (ver material suplementario 1). Los
mismos fueron agrupados por categorías para calcular las frecuencias relativas
de inclusión en los modelos teóricos y lograr una mejor comparación teórica. A
su vez, se usó para proponer una definición funcional del proceso de regulación
emocional.
Aspectos éticos
Nuestro estudio es una
revisión sistemática de artículos publicados, por lo que no representa un
riesgo ético para los seres humanos, ya que no recoge data primaria.
RESULTADOS
Selección de estudios
La búsqueda
inicial arrojó 724 artículos (555 en SCOPUS, 116 en PUBMED y 53 en Dialnet).
Los mismos fueron revisados por título y por resumen cuando era necesaria mayor
información para determinar si cumplían con los criterios de inclusión. Se
terminaron identificando 21 estudios pertinentes a la revisión por tema
tratado, que fueron evaluados por texto completo. De los mismos, 11 fueron
descartados por ser estudios empíricos y no elaboraciones teóricas. Finalmente,
diez artículos de conceptualizaciones teóricas fueron seleccionados para la
revisión (ver Figura 1).
Figura 1. Diagrama de flujo sobre la selección de estudios.
Nota. Diagrama de flujo sobre la
selección de estudios. El diagrama representa el proceso de selección de los
estudios y el detalle de los artículos incluidos y excluidos (Moher et al., 2009).
Características
de los estudios
De los diez
artículos incluidos, James J. Gross es coautor de tres de ellos (McRae y Gross,
2020; Harley et al., 2019; Yih et al., 2019) y Jamie
L. Taxer es coautor de dos (Harley et al., 2019; Yih et al., 2019), mientras que los demás autores
identificados solo participan en la propuesta de un modelo. En relación a las
afiliaciones institucionales, seis de los artículos contaron con la
participación de investigadores de Estados Unidos (Barthel et al., 2018; Harley
et al., 2019; Martins-Klein et al., 2020; McRae y
Gross, 2020; Thompson, 2019; Yih et al., 2019), tres
con investigadores de Inglaterra (Burkitt, 2018; Hughes et al., 2020; Kobylińska y Kusev, 2019), uno
con investigadores de Bélgica (Nozaki y Mikolajczak, 2020), uno con un investigador de Polonia (Kobylińska y Kusev, 2019), uno
con un investigador de Canadá (Harley et al., 2019), uno de Alemania (Harley et
al., 2019) y uno de Australia (Harley et al., 2019). En cuanto a los años de
publicación, un 20% fueron publicados en el año 2018, un 40% en el año 2019 y
otro 40% en el año 2020.
Marco
teórico de referencia y nuevas propuestas de los modelos
El 60 % de
los artículos incluidos partió del modelo de procesos de Gross (2015) para
proponer un nuevo modelo de regulación emocional (Harley et al., 2019; Hughes
et al., 2020; Kobylińska y Kusev,
2019; McRae y Gross, 2020; Martins-Klein et al.,
2020; Nozaki y Mikolajczak,
2020). Según este modelo, cuando aparece una discrepancia entre un estado
emocional deseado y el actual, la situación se percibe como una oportunidad
para iniciar un proceso de regulación emocional. Se elige una estrategia de
regulación, se pone en práctica y se monitorea el éxito.
En cuanto a
las posibles estrategias a utilizar, el modelo propone una estrategia distinta
para cada momento del proceso de regulación emocional (Gross, 2015). Primero,
en el momento de selección situacional, la estrategia posible es la evitación
(declinar el involucramiento en situaciones emocionalmente relevantes). Luego,
para la modificación de la situación se puede usar un pedido directo (tomar
acción para modificar la situación una vez que uno ya se involucró). Cuando la
emoción comienza a incrementar, se puede acudir al cambio de foco atencional o
al cambio cognitivo. Para cambiar el foco atencional es posible apelar a la
distracción (poner la atención en un objeto externo o en otros pensamientos) o
a la rumiación (dirigir en forma recurrente la atención hacia causas y
consecuencias de la emoción). En cuanto al cambio cognitivo, uno puede
reinterpretar la situación emocional o aceptar las emociones sin juzgarlas.
Finalmente, una vez que la emoción se instauró, las posibles estrategias para
regularla son la supresión (evitar expresar lo que uno está sintiendo) o la intervención
en la activación fisiológica (disminuir la activación con acciones o
sustancias).
De los seis
artículos que tomaron el modelo de Gross (2015), cuatro (66.6%) lo combinaron
con otras teorías para proponer un nuevo modelo de regulación emocional (Harley
et al., 2019; Hughes et al., 2020; Kobylińska y Kusev, 2019; Martins-Klein et
al., 2020). Martins-Klein et al. (2020) combinaron el
modelo de Gross (2015) con la perspectiva de mecanismos de control dual de Braver (2012). Según este marco teórico, el control
cognitivo opera de dos modos: uno está caracterizado por la preparación
anticipatoria (proactivo) y el otro por el control flexible en situación
(reactivo). De este modo, Martins-Klein et al. (2020)
diferencian la regulación emocional proactiva (conductas llevadas a cabo antes
del inicio de la emoción para evitar que la misma suba) de la reactiva
(estrategias implementadas una vez que se instauró la emoción para
disminuirla). A su vez, proponen que el momento del proceso en el que se
implementa una estrategia de regulación emocional es de gran importancia y que
cualquier estrategia podría ser usada en los diferentes momentos.
Por su parte,
Kobylińska y Kusev (2019)
combinaron el modelo de Goss (2015) con modelos de
persona-situación de la psicología social y de la personalidad (Cervone, 2004; Mischel y Shoda, 1995). Kobylińska y Kusev (2019) proponen que una regulación emocional efectiva
dependerá de la interacción entre el tipo de estrategia, la situación y
patrones de personalidad. Consecuentemente, la capacidad de elegir distintas
estrategias de un modo flexible se asociaría a mayores niveles de bienestar.
Harley et al.
(2019) toman el modelo de Gross (2015) y la teoría del control-valor de las
emociones de logro (Pekrun, 2006) para proponer un
modelo integral de regulación emocional para situaciones orientadas a logros.
La teoría del control-valor de las emociones de logro (Pekrun,
2006) se enfoca en la generación de una emoción tras la percepción que tiene la
persona de tener los recursos necesarios para afrontar el desafío (control) y
el valor personal que tiene el logro (valor). La misma tiene en cuenta tres
factores que determinarán la emoción: el foco (prospectivo, retrospectivo,
presente), el valor (positivo/éxito, negativo/fracaso) y el nivel de control
(alto, medio, bajo). Por ejemplo, si un estudiante tiene la sensación de no
saber lo suficiente para un examen sentirá ansiedad, mientras que si se siente
preparado sentirá esperanza.
El modelo
integral de regulación emocional para situaciones orientadas a logros (Harley
et al., 2019) propone que las emociones que surgen en situaciones en las que se
requieren ciertas competencias para alcanzar metas son generadas en un proceso
de cuatro fases (situación, atención, valoración y respuesta). El proceso
inicia con una situación desafiante en la que uno evalúa cómo cree que la misma
impactará en sus metas. Luego, contempla las mismas fases del modelo de Gross
(2015) con la novedad de que la selección de estrategias de regulación estará
orientada por los factores determinantes de la emoción (Pekrun,
2006). Así, por ejemplo, la estrategia de cambio cognitivo puede estar
orientada a modificar la percepción que uno tiene de poder aprobar el examen.
El último
modelo que combinó el de Gross (2015) con otra teoría es el propuesto por Hughes
et al. (2020). Estos autores toman el modelo de los cinco grandes (DeYoung, 2015) que propone la existencia de cinco
categorías de rasgos de personalidad (neuroticismo, extraversión, apertura,
agradabilidad y escrupulosidad). Combinando ambas propuestas (la de Gross y la
de DeYoung), argumentan que los rasgos de
personalidad influyen en la detección de emociones y valoración de la necesidad
de regularlas. Por ejemplo, las personas con alto neuroticismo son sensibles al
afecto negativo y tratan de disminuirlo de inmediato.
De los
trabajos que no tomaron al modelo de Gross, Thompson (2019) planteó un modelo
de regulación emocional basándose en una perspectiva del desarrollo. Para este
autor, la selección de estrategias de regulación emocional va a estar mediada
por la historia de aprendizaje. Cada persona va a tender a usar estrategias que
en el pasado lo ayudaron a disminuir el malestar a corto plazo. A su vez,
sostiene que no hay estrategias adaptativas o desadaptativas per se, sino que
eso dependerá del contexto en que son utilizadas.
Por su lado, Yih et al. (2019) partieron del trabajo de Richard Lazarus
(1974) sobre el rol de la cognición en el estrés y modos de afrontamiento para
proponer una perspectiva que integra la interpretación de una situación y la
regulación emocional en situación. Los autores sostienen que para entender el
proceso de regulación emocional es indispensable tener en cuenta la
interpretación que uno hace de una situación (en términos de relevancia,
valencia, probabilidad, agencia y potencial de afrontamiento) dado que este
antecedente dará lugar a los procesos de generación de emociones y su
regulación. La interpretación y la regulación son presentados como procesos que
se retroalimentan en un loop hasta conseguir
la meta deseada.
Barthel et
al. (2018) toman la teoría de línea de base social (Coan
y Maresh, 2013), el modelo interpersonal de Zaki y Williams (2013) y la teoría del yo-social (Hofmann y
Doan, 2018) para proponer un modelo de regulación
emocional interpersonal. Barthel et al. (2018) argumentan que las respuestas
humanas ante estímulos se realizan bajo el supuesto de que estamos en un
ambiente social. En esta línea se mencionan tres componentes involucrados en la
regulación emocional con otros: la distribución del riesgo (el riesgo parece
menor cuando se está acompañado), carga compartida (el sentirse apoyado por
otros) y capitalización (contagio de emociones positivas). A su vez,
identifican cuatro maneras en la que la gente usa a los otros para regularse.
Primero, para aumentar las emociones positivas. Segundo, para ganar perspectiva
de una situación. Tercero, para calmarse mutuamente. Cuarto, para imitar
estrategias de regulación utilizadas por otros.
Por último,
Burkitt (2018) tomó elementos de la perspectiva relacional de Campos et al.
(2004; 2011) y Kappas (2011) para proponer un modelo en el que posiciona a las
emociones como la relación de una persona con circunstancias, eventos y otras
personas. La regulación emocional no sería más que una etapa en el proceso de
las emociones. El autor plantea que hay que dejar de usar el término regulación
y empezar a emplear las nociones de generación y restricción de emociones, como
un proceso relacional e interactivo en el que personas interrelacionadas se
afectan las unas a las otras, en situaciones que tienen significados culturales
específicos.
Definición
de Regulación Emocional
En relación
con la definición de regulación emocional dada por los diferentes autores, se
observaron algunas ideas que se repiten en varios modelos. Para empezar, en
todos los trabajos se describe a la regulación emocional como un proceso
compuesto por diferentes etapas o mecanismos. Algunos autores proponen un
modelo secuencial en el que algunos procesos preceden a otros. Otros, proponen
que la regulación emocional es como un paraguas que alberga diferentes procesos
(o “estrategias”) que pueden ser implementados en diferentes momentos. Pero
todos hacen referencia a que se trata de un constructo complejo compuesto por diversos
componentes.
Otro aspecto
a comparar es el hecho de si las personas se regulan individual o socialmente.
El 60% de los trabajos proponen un modelo de regulación emocional intrapersonal
(Harley et al., 2019; Kobylińska y Kusev, 2019; McRae y Gross, 2020; Martins-Klein
et al., 2020; Thompson, 2019; Yih et al., 2019).
Estos autores describen la forma en que una persona experimenta sus emociones e
influye sobre ellas para alcanzar metas personales. Por más de que contemplan
al contexto como un factor al cuál adaptarse, describen al proceso de
regulación emocional como un fenómeno que las personas llevan a cabo solas.
Otro 30% proponen modelos en los que la regulación sucede entre las personas
(Barthel et al., 2018; Burkitt, 2018; Nozaki y Mikolajczak, 2020). Algunos hacen más referencia a la
intencionalidad de influenciar las emociones de otras personas, mientras que
otros proponen que las emociones y acciones de los demás van a modular la forma
en la que nuestras emociones cambian. Por otro lado, el modelo de Hughes et al.
(2020) presenta una definición de la regulación emocional de una forma más amplia
en la que las personas pueden regularse solas o con otros.
Otra cuestión
que tienen en común las definiciones es la contemplación de las metas. El 80% de
los autores definen a la regulación emocional como un proceso que se orienta a
cumplir metas (Harley et al., 2019; Hughes et al., 2020; Kobylińska
y Kusev, 2019; McRae y Gross, 2020; Martins-Klein et al., 2020; Nozaki
y Mikolajczak, 2020; Thompson, 2019; Yih et al., 2019). La mayoría de los modelos contemplan a
la regulación emocional como un proceso necesario para modular las emociones de
tal forma que le permita a las personas actuar de una manera acorde para
alcanzar sus objetivos y comportarse de una manera esperada socialmente. En
contraposición con esta idea, Burkit (2018) sugiere
que no habría metas preestablecidas para las cuales se deberían modificar las
emociones. El autor propone que la regulación no es más que una parte del
proceso de las emociones y que las mismas irán cambiando en conjunto con las
emociones y expresiones de las personas que forman parte de un contexto.
Por último,
el 90% de los modelos hace referencia a que el proceso de regulación emocional
consistiría en modificar activamente lo que una persona siente (Barthel et al.,
2018; Harley et al., 2019; Hughes et al., 2020; Kobylińska
y Kusev, 2019; McRae y Gross, 2020; Martins-Klein et al., 2020; Nozaki
y Mikolajczak, 2020; Thompson, 2019; Yih et al., 2019). En la descripción de los modelos se da
la impresión de que las personas eligen una estrategia para disminuir emociones
negativas como si fuera un proceso consciente y voluntario.
Estrategias
de regulación emocional
Considerando
todos los estudios incluidos se pudieron identificar 13 habilidades de
regulación: aceptación sin juzgar, disminución de la activación fisiológica,
distinción entre la experiencia subjetiva y la expresión emocional externa,
distracción, evitación, identificación y comprensión de las emociones,
modificación de la situación, pedido directo, reinterpretación, retirada de la
atención, rumiación, selección de la situación y supresión. A su vez, los
diferentes modelos proponen diversos moderadores de la selección de las
estrategias de regulación emocional y de su eficacia.
McRae y Gross
(2020) proponen que la selección de estrategias estaría moderada por un lado
por la intensidad de la emoción, y por otro por la cultura en la cual está
inmerso el sujeto. En relación a la intensidad, cuando la misma es baja habría una
mayor frecuencia de estrategias cognitivas, y cuando la emoción es intensa se
tendería a la supresión o distracción. En cuanto a la cultura, la supresión,
por ejemplo, sería menos frecuente en contextos donde se valora la expresión
emocional y la reinterpretación más frecuente en las que se valora la
autorreflexión. De modo similar, dos modelos (Kobylińska
y Kusev, 2019; Nozaki y Mikolajczak) proponen al contexto como moderador de la
eficacia de las estrategias. Se propone que en algunos contextos algunas
funcionarán mejor que otras, y de aquí la importancia de una implementación
flexible de las mismas.
Otro factor
moderador contemplado por dos modelos es la historia de aprendizaje (Barthel et
al., 2018; Thompson, 2019). Los mismos proponen que el tipo de estrategias de
regulación emocional implementadas dependerá de las estrategias utilizadas por
su contexto durante su desarrollo y de lo efectivas que les fueron en el
pasado. En esta línea, el 50% de los modelos contemplan a los rasgos de
personalidad como moderadores de las estrategias elegidas por los sujetos
(Harley et al., 2019; Hughes et al., 2020; Thompson, 2019; Kobylińska
y Kusev, 2019; Nozaki y Mikolajczak). Por ejemplo, Hughes et al. (2020) proponen
que las personas que puntúan alto en escrupulosidad tenderían a elegir la
estrategia de resolución de problemas, los que puntúan alto en apertura
tenderían a utilizar estrategias cognitivas (rumiación y reevaluación), los que
puntúan alto en neuroticismo tenderían a usar la evitación y supresión, y las
personas que puntúan alto en extraversión tenderían a usar la modificación del
ambiente y la reevaluación. Por otro lado, en lo referente a la regulación
interpersonal, las personas que puntúan alto en extraversión tenderían a usar
estrategias proactivas (modificación del ambiente y cambio cognitivo). En
contraste, en las personas con altos niveles de agradabilidad tendrían una
mayor preocupación por empeorar el estado de los otros u ofenderlos, por lo que
elegirían estrategias que eviten confrontación.
DISCUSIÓN
Hallazgos principales e
interpretabilidad
La regulación
emocional es presentada en la literatura como un proceso complejo compuesto por
diversos componentes. Su complejidad trae como consecuencia el hecho de que se
hayan generado diversos modelos que se concentran en distintos aspectos del
constructo. El objetivo de este trabajo fue revisar los diferentes modelos
teóricos contemporáneos sobre la conceptualización de la regulación emocional,
presentado sus aspectos comunes y sus diferencias.
De esta forma
se busca aportar una mirada integral del constructo de regulación emocional que
ayude a plantear futuras líneas de investigación. Al identificar aspectos
comunes incluidos en los diferentes modelos teóricos, como por ejemplo posibles
moderadores en la selección y eficacia de estrategias, o el hecho de considerar
a los otros en el proceso de regulación, pueden ayudar a pensar estudios
empíricos que contrasten estas hipótesis.
Por otro lado, entender mejor cómo se considera actualmente que se
desarrolla el proceso de regulación emocional puede ayudar al momento de
plantear estrategias de intervención en la clínica con pacientes que presentan
dificultades en la regulación de las emociones.
Considerando
los puntos en común de los modelos incluidos en la revisión, se puede
argumentar que la regulación emocional es: (a) un proceso complejo compuesto
por varios componentes; (b) moderado por diversos factores contextuales y de
personalidad; (c) que influye en el recorrido de las emociones; (d) ayudando a
alcanzar metas personales o demandas contextuales; (e) que puede suceder solo o
con otras personas.
Se puede
establecer que existe un consenso en el fin de la regulación emocional. La
mayoría de los autores coinciden en que las personas utilizan diversas
estrategias de regulación emocional para adaptarse a las demandas ambientales,
lograr metas personales y aumentar el bienestar (Harley et al., 2019; Hughes et
al., 2020; Kobylińska y Kusev,
2019; McRae y Gross, 2020; Martins-Klein et al.,
2020; Nozaki y Mikolajczak,
2020; Thompson, 2019; Yih et al., 2019). Sin embargo,
sigue faltando una propuesta consensuada sobre los medios eficaces para
alcanzarlo. El contexto y los rasgos de personalidad han sido los moderadores
que aparecieron propuestos con mayor frecuencia (Barthel et al., 2018; Kobylińska y Kusev, 2019; McRae y
Gross, 2020; Nozaki y Mikolajczak;
Thompson, 2019). En esta línea, sería relevante estudiar el proceso de
regulación emocional en contexto, considerando diferentes variables de personalidad
y características socioambientales, para empezar a entender mejor qué
estrategias benefician más a cada persona. De este modo se podría personalizar
la intervención de personas con trastornos emocionales maximizando sus
beneficios.
En esta línea,
también se vuelve relevante la conceptualización del contexto y la historia de
aprendizaje como moderadores del proceso de regulación. El hecho de considerar
que el contexto en el que un sujeto está inmerso y la exposición a experiencias
eficaces de regulación predicen los niveles de regulación emocional de una
persona, se vuelve un argumento fuerte a la hora de proponer la educación
emocional en las escuelas.
Otra cuestión
a discutir es que la propuesta de la presencia de moderadores con un efecto sobre
las estrategias elegidas por los sujetos se contradice con que la mayoría de
los modelos presenten a la regulación emocional como un proceso voluntario
(Barthel et al., 2018; Harley et al., 2019; Hughes et al., 2020; Kobylińska y Kusev, 2019; McRae y
Gross, 2020; Martins-Klein et al., 2020; Nozaki y Mikolajczak, 2020;
Thompson, 2019; Yih et al., 2019). Si se puede
construir modelos que permitan predecir qué estrategias utilizarán los sujetos
en base a sus rasgos de personalidad o a características de su contexto de
crianza, sería cuestionable pensar a la regulación emocional como un proceso
voluntario. En dicho caso, se podría pensar a la regulación emocional como
patrones de respuesta aprendidas que surgen frente a la presencia de estímulos
(conjunto de emociones y metas). En esta línea, se podría poner el énfasis de
las intervenciones en facilitar la vía de activación de estrategias que sean
más funcionales para cada sujeto y ampliar su repertorio conductual mediante
ensayos y refuerzos.
Por otro
lado, es interesante el hecho de que algunos modelos describen a la regulación
emocional como un proceso que los sujetos llevan a cabo individualmente (Harley
et al., 2019; Hughes et al., 2020; Kobylińska y Kusev, 2019; McRae y Gross, 2020; Martins-Klein
et al., 2020; Thompson, 2019; Yih et al., 2019),
mientras que otros lo presentan como un proceso social en el que intervienen
más de una persona (Barthel et al., 2018; Burkitt, 2018; Hughes et al., 2020; Nozaki y Mikolajczak, 2020). Esta
cuestión puede ser particularmente relevante para la práctica clínica ya que
propone un nuevo enfoque de intervención. Con esta mirada se puede pensar en
intervenir sobre el contexto frente a sujetos que presenten dificultades
significativas en la regulación de las emociones.
Implicaciones
en psicología clínica y salud
Nuestro
estudio de modelos actuales de regulación
emocional se identificó diversas cuestiones relevantes para la psicología
aplicada. Para empezar, se identificó que en los modelos se tiene en cuenta al
contexto y la historia de aprendizaje del sujeto. En este sentido, cobra
relevancia la propuesta de incluir módulos de educación emocional en las
escuelas (Hoffmann et al., 2020). Si a las personas se les enseña desde
pequeñas a identificar sus emociones y aceptarlas como un proceso que brinda
información valiosa, cabría esperar que de adultos tengan una mejor relación
con sus emociones, utilicen estrategias adaptativas y consecuentemente tengan
un riesgo más bajo de padecer trastornos emocionales.
En esta línea, también se identificó que los modelos
proponen al contexto y a los rasgos de personalidad como moderadores de la
eficacia de implementación de diversas estrategias de regulación emocional.
Esto cobra especial relevancia para la psicología clínica dado que implicaría
que no todas las personas se beneficiarían del mismo tratamiento. Sería
necesario identificar qué habilidades se ajustan mejor al perfil de cada
paciente y poner énfasis en el entrenamiento de su uso. Siguiendo esta
propuesta se podría agregar una sección a los manuales estandarizados de
tratamiento que sugiera a los terapeutas en qué módulos poner énfasis dependiendo
de los pacientes con los que será aplicado. Así se podría intentar personalizar
las intervenciones en busca de maximizar los resultados.
Limitaciones
El presente
trabajo identifica los factores principales que comparten los modelos teóricos
de regulación emocional que se están usando actualmente. Una limitación es no
haber podido incluir bases de datos como “Web of Science” o “PscyINFO” en la
revisión, las cuales son importantes fuentes de información en el campo, por no
contar con acceso a las mismas. De todos modos, entre las bases de datos
incluidas se encuentra SCOPUS que ha sido identificada como la base con mayor
cantidad de revistas indexadas (Hernández-González et al., 2016). Por otro
lado, se considera una limitación el hecho de que los modelos encontrados
propongan al contexto y a los rasgos de personalidad como factores que moderan
el uso de estrategias de regulación emocional pero no detallen de qué forma lo
hacen. De esta manera no se puede proponer un modelo integrador ni plantear hipótesis
específicas a contrastar empíricamente.
Conclusiones
y recomendaciones
De la
revisión de modelos teóricos contemporáneos de regulación emocional se puede
concluir que se cuenta con modelos muy generales. Proponen que el concepto está
compuesto por diversos componentes y que existen moderadores que influyen en la
forma y eficacia de selección de estrategias. Sin embargo, siguen faltando
modelos que propongan de qué forma se podrían personalizar los tratamientos.
Para futuras
investigaciones sería interesante revisar los trabajos empíricos realizados
hasta el momento en los que se hayan estudiado los moderadores propuestos en
los modelos teóricos y la eficacia de las estrategias al ser usadas en diversos
contextos por personas con características diferentes. A su vez, sería
necesario evaluar la capacidad predictiva de modelos que tomen rasgos de
personalidad como determinantes de la eficacia del uso de las diversas
estrategias de regulación emocional propuestas. De este modo se podría abrir el
camino hacia un modelo abarcativo en el que se
propongan factores a considerar a la hora de elegir con qué habilidades es
conveniente trabajar con cada caso en particular.
ORCID
Camila Florencia Cremades https://orcid.org/0000-0002-1051-6073
Cristian Javier Garay https://orcid.org/0000-0003-4082-8876
Martín Juan Etchevers https://orcid.org/0000-0003-2798-7178
Roberto Muiños
https://orcid.org/0000-0002-5546-4406
Juan Martín Gómez-Penedo https://orcid.org/0000-0001-7304-407X
CONTRIBUCIÓN
DE LOS AUTORES
Camila Florencia Cremades:
Conceptualización, Metodología, Investigación, Escritura - Borrador original.
Cristian Javier Garay:
Conceptualización, Recursos, Escritura – revisión y edición.
Martín Juan Etchevers: Metodología, Recursos, Escritura – revisión y
edición, Adquisición de fondos.
Roberto Muiños:
Metodología, Escritura – revisión y edición.
Graciela Mónica Peker: Conceptualización, Escritura – revisión y edición,
Administración del proyecto.
Juan Martín Gómez-Penedo:
Metodología, Escritura – revisión y edición, Supervisión del proyecto.
FUENTE DE FINANCIAMIENTO
El estudio fue
financiado gracias a la Beca de Maestría UBACyT
(Universidad de Buenos Aires, Ciencia y Técnica).
CONFLICTO DE INTERESES
Los autores
expresan que no hubo conflictos de intereses al recoger los datos, analizar la
información ni redactar el manuscrito.
AGRADECIMIENTOS
No aplica.
PROCESO DE
REVISIÓN
Este estudio ha
sido revisado por pares externos en modalidad de doble ciego. El editor
encargado fue David Villarreal-Zegarra. El proceso de revisión se encuentra como
material suplementario 2.
DECLARACIÓN
DE DISPONIBILIDAD DE DATOS
No aplica.
DESCARGO DE
RESPONSABILIDAD
Los autores son responsables de todas las afirmaciones realizadas en
este artículo.
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